Ruta Andando bajo la lluvia
 

A la Canchuela por la Vereda de Trassierra

Andando bajo la lluvia (26 km)

Romerillo en el cruce de Trassierra

Así empezamos y así acabamos, hasta las trancas de agua. Menudo aguacero nos calló desde que salimos, a eso de las 7:45 de la mañana, de la barriada de San Rafael de la Albaida. Estoy seguro de que se tuvo que quedar ronco el que estuvo cantando la cancioncita la noche anterior (que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva). No tengo ninguna duda de que arriba lo escucharon, accediendo a la plegaria por su mucha insistencia. Menos mal que, como no hay mal que por bien no venga, los pecados que teníamos los expiamos sobradamente, quedando en saldo acreedor por la penitencia impuesta.

Si bien todo lo anterior es cierto, no habiendo palabras para describir el quinario que pasamos en determinados momentos por el agua y el viento, digno es de reconocer lo maravillosa que estaba nuestra sierra, dotando la lluvia a los paisajes y vegetación de unas tonalidades y aromas que compensaban sobradamente los padecimientos sufridos.

 Los arroyos rebosaban de agua, fluyendo con una intensidad e ímpetu que producían, en algunos tramos, auténticas cascadas. Magnífico espectáculo.

Tras salir de la barriada de San Rafael de la Albaida, cogimos el canal principal del Guadalmellato con dirección a la Vereda de Trassierra, en la cual nos adentramos cuando ya amanecía. Sin prisas subimos la fuerte pendiente que allí existe. La gran cantidad de agua y verdina justificaban subir despacio, evitando en la medida de lo posible una eventual caída.

Una vez en plena Vereda, cuando el camino se estrecha convirtiéndose en una senda en algunos tramos impracticable (camino de cabras en palabras del Tito), el itinerario se transmutó en arroyo, discurriendo prácticamente en su integridad por su cauce, lo cual demandó, dada la gran cantidad de agua que portaba, ir con mucho cuidado. Lo abrupto del terreno y lo umbrío de la zona nos generaba un manto protector frente a las inclemencias climatológicas, haciendo más llevadero el recorrido y favoreciendo que nos pudiéramos recrear en el espectáculo visual que se presentaba a modo de postal navideña, al estar el camino alfombrado por hojas de multitud de colores y tonalidades. La abrupta vegetación existente, conformada por multitud de variedades y especies, unido al intenso verdor generado por la humedad, producía la sensación de estar en un bosque del norte de España, sensación que algunas veces suele ser recurrente en nuestras veredas, producto sin duda de nuestra ignorancia, de lo poco que conocemos nuestra sierra, la cual no tiene parangón.

Casi sin darnos cuenta llegamos a la gasolinera de Trassierra, en la cual paramos unos instantes a fin de escurrir literalmente la ropa. Una vez empapados la lluvia empieza a perder importancia, dejando de tener un carácter impeditivo. Tras unos minutos de refrigerio seguimos con dirección al restaurante los Almendros, también conocido popularmente como “el de los monos”, girando a la izquierda y cogiendo el camino que nos introduce por la Vereda de la Canchuela hacia la barriada de El Higuerón. El recorrido en este tramo se hizo muy llevadero, acompañados por una grata conversación y una llovizna que nos hizo presagiar que el cielo iba a perdonar nuestro atrevimiento. La realidad de que nos encontráramos en alerta amarilla finalmente se impuso, lo cual nos vino impuesto a modo de recordatorio por un fuerte aguacero que, aderezado por una gran ventisca, nos recibió en las cercanías del Cortijo de Pedrajas.

Desde allí, en diversos tamos, el camino es espectacular. Dejando a un lado el carril por el que debemos circular, el cual se encuentra amojonado en su integridad, nos introducimos por una senda que parece sacada de un cuento de los hermanos Grimm, la cual resaltaba entre el entorno por la intensidad del color verde que imperaba. Los arroyos volvieron a acompañarnos en diversos momentos de la ruta, pudiéndolos vadear en este tramo sin mucha dificultad.

Tras unos kilómetros de sinuoso recorrido y alguna parada para echar algún vistazo a más de una esparraguera, llegamos nuevamente al canal principal del Guadalmellato, que cogimos para ir hacia nuestro destino, careciendo este tramo de peculiaridad digna de resaltarse, más allá de llamar la atención sobre las vistas que tenemos de las ruinas de Medina Azahara, las cuales se presentan ante nosotros como prueba manifiesta de lo que fuimos y somos.

Debo poneros de manifiesto para concluir que esta ruta quedará para mucho tiempo en nuestra memoria. Bonito paseo rodeado de una naturaleza exultante.

Hasta la próxima. ¡Buen Camino!

Felices Fiestas a todos.

Documentos adjuntos a esta publicación
Canal y puente sobre el GuadalmellatoRomerillo en lo alto de la Vereda de TrassierraLa Canchuela en penumbraEn familia en La CanchuelaVaquitas en La CanchuelaCarteles en el canal del Rosal de las Escuelas y de La CanchuelaMedina AzaharaCanal del Guadalmellato
 
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