Panorámica desde lo alto de TorrehoriaRuta-Test de Examen
 

Ruta-Test de Examen

El examen de la Reina de Corazones. Sábado 22 de septiembre 2012

El tito con la Reina de Corazones detrás y un rebaño de ovejas

Este sábado rescatamos al senderista que no compareció para la Ruta Surrealista de la semana pasada. Muy astuto él; de buena se libró. Después de haber leído el cuentecito de la ruta que se perdió con alguno de los personajes de Alicia en el País de las Maravillas, llamó a su amigo y colega Romerillo y le preguntó que quién hubiera sido él en el caso de haber participado en la historia. Y Romerillo le dijo que seguramente La Reina de Corazones, que es otro de los personajes más cómicos y que dan más juego en esa trepidante novela.
Pues a las seis y media de la mañana del sábado estaban esperando en el Vial los dos letrados al tito que llegó con su flamante bólido para realizar la salida neutralizada hasta el punto real de partida, el cruce de Trassierra, dejando el vehículo en el aparcamiento del restaurante próximo a la gasolinera.
Aunque nuestra Reina de Corazones ya ha disfrutado en ocasiones de nuestras Mágicas Veredas Cordobesas, digamos que en el día de hoy hacía su debut con picadores, dispuesto a enfrentarse con una decente ruta -tipo test- de tamaño y dificultad considerable, por lo que digamos, en puertas del examen no las tenía todas consigo. Romerillo y el tito le aseguraron que si pasaba aquella prueba tendría al final su recompensa.

Partimos de allí rumbo al Restaurante Los Almendros, apenas un kilómetro más allá, por el borde de la carretera, para coger un sendero que empieza justo por su parte de atrás y enlaza con La Vereda de la Canchuela a unos 700 mts. Por allí entramos dirección a la finca de La Jarosa hacia el lado derecho en el cruce, por la izquierda se llega hasta Córdoba la Vieja por la finca de Pedrajas.
Aunque el camino de la Canchuela por aquellos lares es ancho y bastante llano hasta llegar a Valdejetas, allí empieza una jugosa cuesta que caldea los motores del viandante. El tito repitió allí a La Reina las palabras que en su día escuchara decirle sabiamente su sobrino Romerillo:
- Esto no son cuestas. Las cuestas de verdad de nuestra sierra son las que suben desde Córdoba. Una vez aquí arriba ya es poca cosa. Son pequeñas ondulaciones del terreno.
Y es verdad, generalmente es verdad. Pero no por ello debemos menospreciar alguna de aquellas “ondulaciones”. A la reina aquello la alentó un tanto pues al fin y al cabo la habían subido en coche hasta allá arriba, así es que tampoco sería para tanto.
Los primeros sudores aparecieron en el semblante del debutante allí pero si no fuera por el incipiente jadeo nadie se habría de enterar pues era completamente de noche todavía y apenas se distinguían un par de metros por delante del sendero. La experiencia de salir de noche antes de que amanezca resulta a menudo una experiencia gratificante. No es posible disfrutar del paisaje evidentemente pero las múltiples sensaciones sinestésicas que se apoderan del senderista entonces perviven a menudo con mayor fuerza y nitidez que por los más bellos parajes.
Mientras va amaneciendo llegamos a una laguna que queda a la izquierda a los 5 kms. recorridos. Pero que encontramos completamente seca debido al tiempo que hace que no llueve por aquí. Desolador. Enormes hondonadas de tierra seca como cráteres extinguidos. Una pena pues aquí abundan las garcetas, ánades y patos navegando juntitos en familia y echando a volar a nuestro paso. Algunas de nuestras mejores fotografías de la sierra son de este bello entorno natural.
Pasamos de largo esperando que pronto retornen los cauces a estar llenos. Entrando pronto en terrenos del GR-48, que tomamos al pasar por el cruce hacia Trassierra. Nosotros seguimos de frente, con la reina quejándose ya de sus tacones, para dejar la finca de La Jarosa a la izquierda hasta llegar al cruce del Camino de los Toros, que llega hasta Almodóvar del Río. Y allí, tras pasar una gran valla, a los nueve kilómetros y medio de camino, cogemos hacia la derecha para entrar casi de inmediato en el espléndido Castañar de Valdejetas, precioso entorno sombreado por el que apenas penetran algunos rayos de sol. Con los castaños plagados de bolas con pinchos, como erizos voladores esperando a madurar para entregar sus castañas a los numerosos animales que por allí merodean.
Así pasamos por la bonita finca de Valdejetas y nos dispusimos a enfrentar el duro pico de Puerto Artafi, la piedra de toque de nuestra Reina de Corazones. Llevábamos doce kilómetros en algo más de dos horas de recorrido; el letrado estaba dando la talla. Nuestra intención era hacerle pasar al “pie tierno” por una experiencia gratificante con esta primera gran ruta, por lo cual le aconsejamos que tratara de no pararse a la mitad de la cuesta, sino que tratara de subirla despacito pero sin parar, lo que sin duda le elevaría la moral para el resto de la jornada y sembraría en él ese dulce sabor de la prueba superada, que le alentaría a atreverse con nuevos retos.
A su alteza la subimos entre los dos en parihuelas, en la sillita de la reina, pues tras las pertinentes recomendaciones: Paso corto, respiración acompasada, despacito y en silencio. Sólo le faltó al tito agarrarla de la mano, a lo que se hubiera negado su excelencia, pero fue tal el aliento de sus acompañantes que la soberana no quiso defraudar a sus súbditos y, aunque tuvo amagos no quiso definitivamente parar ni un instante. Arriba jaleaba Romerillo sus últimos pasos, prometiendo al final entregarle el carnet de senderista profesional, con la ilustración de la reina del cuento de foto.
Coronado el gran puerto salimos hacia abajo a la carretera pasados más de cinco kilómetros del pueblo (barriada) de Santa María de Trassierra. Los mismos que habríamos de recorrer hacia atrás hasta llegar a él, por una senda que circula en paralelo por la derecha de la carretera y que a veces retomamos entrando y saliendo de ella. Una hora escasa hasta la plaza del pueblo, lugar de nuestra anhelada parada. Allí felicitamos al senderista nobel y estiramos un poco, después tomamos una piececita de fruta y unas nueces, rico manjar del cansado caminante. Hasta allí llevábamos ya 17 kms. y nos planteamos las dos posibles alternativas para llegar al punto de partida: El camino más recto hacia el bosque de Fangorn por la vereda próxima a la carretera o atravesar el pueblo hacia el Bejarano y pasar por la Fuente del Elefante hasta el mítico bosque, lo que equivale a una diferencia de poco más de dos kilómetros. La reina envalentonada quiso extender su imperio y pasar por la Fuente del Elefante, a poco más de 2 kms. de allí, quién dijo miedo, de perdidos al río.
Pues marcharon por detrás de la arboleda que está tras el bar de enfrente de la plaza para salir entre las casas hasta el camino de los Baños de Popea, pero los dejamos al fondo y nosotros giramos a la derecha, dirección al arroyo del Bejarano, como indican los postes de señalización.
Una empinada y polvorienta cuesta nos saca de la población. Hay que estar atentos a los carteles de la derecha pues al llegar casi arriba del todo se bifurca el camino hacia la derecha y en la misma esquina se indica la dirección hacia la Fuente del Elefante.
Aunque subimos tranquilos enseguida retomamos el buen ritmo rápidamente, santo y seña del senderista que se precie, valor que tratábamos de inculcar a nuestro pupilo, el valor deportivo de nuestra afición. Así llegamos al sitio de la fuente en un periquete, locus amoenus que recogimos en la instantánea de turno, más bucólica y pastoril que nunca, rodeados de un gran rebaño de ovejas que por allí pasó, en un tropel que nos rodeó con los bichos saltándonos por encima y todo.
Enfrentábamos la última parte de nuestra ruta con optimismo. En media hora estaríamos a las puertas del gran pinar de Torrehoria, el mítico Bosque de Fangorn para nosotros, donde se pondría a prueba definitivamente la raza y la preparación física y psicológica de nuestro dilecto alumno. Allí nos plantamos y nos dispusimos en fila india, con el profe Romerillo delante, con la cámara de fotos para atrapar aquellos momentos apurados de la soberana entre la hermosa y tupida vegetación del lugar. Detrás, no inmediatamente, la Reina de Corazones, con menos michelines que al principio del día, con gesto adusto pero resuelto. Y finalmente el tito cerrando la comitiva, pinchándole en el culo a la gran dama, para que no se parase.
El bosque de Fangorn esconde una senda que serpentea entre los matorrales y los altos pinos quedando completamente ocultos del paisaje. El marchador puede dividirlo en cuatro zonas más o menos diferenciadas; desde nuestra entrada al recinto que está delimitado por alambradas, donde se halla un gran cartel de toda la zona, hasta donde empieza la primera cuesta. La segunda parte sería esa primera subida bastante larga que desemboca por unos escalones de madera en un estrecho mirador con una pequeña valla. La tercera constaría de un primer descenso por un terraplén para volver a tomar una fuerte subida, más dura y lo mismo de larga que la anterior. Finalmente al llegar arriba descendemos paulatinamente hasta salir por una valla grande que nos deja a la salida casi del bosque en la misma gasolinera.
La primera subida parece que no cuesta, pero cuando llevaba un rato nuestra reinona no veía el sitio donde pararse. Romerillo había impuesto un ritmo fácil para él, pero exigente para los demás, por lo que su majestad, henchida de orgullo, quiso seguir de cerca a su colega y se cebó tal vez en exceso, lo que por poco no paga con creces arriba. Cuando se encontró de pronto saliendo de aquella selva los civilizados peldaños de madera, le pareció como el despertar de un profundo y oscuro sueño. El esfuerzo sobre humano tuvo su recompensa pues desde allí contempló al darse la vuelta uno de los espectáculos más impresionantes de nuestra sierra; un mar de pinos y encinas por debajo y una gran extensión de sierra Morena por detrás hasta Puerto Artafi, de dónde veníamos, una visión sobrecogedora que hizo suspirar al letrado. Una panorámica con el tito al lado deja constancia de lo narrado.
Pero aunque lo pareciera aquello no había terminado aún, quedaba el segundo tramo de subida que la soberana de corazones desconocía. La pequeña parada para observar el paisaje y hacer las fotos permitió sin saberlo descansar su maltrecho cuerpo y encarar el último test con alguna energía residual. Decidió el tito tirar del carro y que Romerillo cerrara la comitiva, pues temíamos una abdicación a ultimísima hora, que no deseábamos para nuestro voluntarioso pupilo. Pasito a pasito tras el barranco inicial traspasamos el bonito puente de madera e iniciamos la exigente pendiente. El título de senderista de pro estaba en juego, estaba decidido, si se paraba la reina todo habría sido en vano; como me decía mi madre, la medalla de pan de higo. Si conseguía aunque despacito llegar al coche sin detenerse habría superado la prueba.
Con las piernas como piedras y los pies redondos a punto estuvo de ceder y quedarse parado en aquel estrecho y tortuoso camino. Jaleado por nuestra entrañable pareja la reina alcanzó al fin la cima de la montaña, entre vítores y aplausos, como si acabara de coronarse. Descender ya fue más que un trabajo un jubileo, un éxtasis. Pasamos la valla cuando comenzó la música de fondo, a ver si la oyen; a cámara lenta por el túnel arbolado que forma la recta final nos acompañaba cada vez más alta la melodía virtual que tocaba Vángelis para nosotros en honor de la senderista y atleta que por fin llegaba a la meta radiante de felicidad: “Carros de Fuego” para la Reina de Corazones.
Faltaban veinte metros para los 23 kms. por lo que el tito giró alrededor del árbol varias veces para que el crono marcara la distancia redonda y permitiese su homologación. Lo conseguimos.
Aquello fue un éxito de todos, por eso nos felicitamos mutuamente. Mientras estirábamos un poco el tito le pidió a la reina si tenía una foto suya para hacerle allí mismo el carnet. La reina sacó del bolso que había dejado en el coche su cartera, cogió el carnet del Gourmet y arrancó de allí su foto para dársela al tito, que la pegó inmediatamente en la licencia de senderista que llevaba en blanco para aquel efecto. Romerillo como miembro más veterano del grupo hizo entrega con todo protocolo de la merecida titulación.
Volvió a sonar la majestuosa melodía de Vángelis entre los vítores y aplausos del público, entre los que encontramos a un conocido para que inmortalizase aquel momento memorable.
Pedimos a nuestra soberana unas palabras para terminar esta emocionante narración. Ante sus numerosos súbditos dijo emocionada:
- Gracias. Me siento muy satisfecha de haber realizado esta preciosa ruta. Estoy orgullosa de haber llegado hasta aquí sin más ayuda que vuestro aliento. También estoy orgullosa de este título que recibo encantada. Esperando que contéis otro día con vuestra Reina de Corazones para dar un buen paseo por nuestras Mágicas Veredas Cordobesas.
¡Buen Camino!

Documentos adjuntos a esta publicación
Los letrados al amanecer en la CanchuelaRomerillo y el tito ante los postes del caminoLos letrados en el cruce del GR-48 con TrassierraEl robaperas cogiendo cerezas ante la mirada atónita de su colegaLos letrados a las puertas de la cárcel de ValdejetasLos letrados posando en ValdejetasLos letrados por el castañar de ValdejetasPepe en la Fuente del Elefante en medio del rebaño de ovejasLos letrados en lo alto de TorrehoriaLa Reina de Corazones posando desde lo alto del bosque de FangornRomerillo y el tito en la escalera del túnel del bosque de FangornLos tres posando para la webCarnet de senderista de la Reina de Corazones
 
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