Zona Cero, Chinatown...

2º y tercer día (17 y 18 de junio 2009)

Los titos ante el Flatiron

ZONA CERO

Visto Wall Street, nos vamos a la llamada 'Zona Cero', lo que fue el 'World Trade Center' o Torres Gemelas. Entramos por el lado norte. La tarde se va poniendo fresca, tirando a fría, y nos apetece descansar un poco. Entramos en una cafetería a tomar un café. Aquí se está confortable y nos sentamos un rato. Una vez tomado el café con tranquilidad y descansado un poco, salimos a la calle y vamos por nuestra izquierda, bordeando esta zona de grúas, hierros y maquinaria de obras, que es lo único que aquí, en este enorme agujero, se puede ver después del desastre del 11-S. (nota para el lector: hay que tener en cuenta que esta visita se hizo hace ahora tres años. En estos momentos las obras de reconstrucción ya han cambiado el panorama que dejó el ataque de los aviones a las llamadas Torres Gemelas y que causaron su destrucción. Hoy el panorama, al menos en superficie, es totalmente distinto con el nuevo proyecto de reconstrucción ya bastante avanzado).

Decíamos, que esta zona está rodeada de pasarelas cubiertas para encauzar el tráfico de peatones y turistas que inevitablemente pasan por este lugar. Además hay una estación de METRO funcionando, de la que entra y sale gente. No se puede contar más, porque no hay nada, aparte de lo descrito y un cierto ambiente sobrecogedor si se piensa lo que pasó. Nos entretenemos lo justo y nos marchamos por Broadway en dirección norte hacia la zona de Canal Street, con ánimo de recorrer Chinatown y la Little Italy. Antes nos cruzamos con el ‘campus’ de la Universidad de Nueva York y, bordeándolo, entramos en Mulberry Street que enfilamos para cruzar Chinatown en dirección norte.

CHINATOWN 

Este barrio chino de Nueva York tiene sus orígenes en la necesidad de mano de obra de la inmigración china de mediados del siglo XIX, que con motivo de la construcción ferroviaria, se asentaron aquí y que en esta época alcanzó una población de 10.000 habitantes, la mayor parte empleada en lavanderías y restaurantes. En 1965 se abolieron las leyes contra la inmigración y fue entonces cuando Chinatown ensanchó sus límites originales y llegó a alcanzar los 120.000 habitantes, principalmente de chinos procedentes de Cantón, pero en las últimas décadas han llegado a ella vietnamitas, tailandeses y chinos de Hong-Kong y Taiwán.

Esta calle por la que paseamos, una cualquiera de este populoso barrio es, en su totalidad, de negocios chinos, con todas sus tiendas abiertas y los géneros expuestos a la puerta. No solamente tienen sus negocios, sino sus propios servicios y residencia en pisos y apartamentos. Abundamos los turistas que curioseamos todo. Pintoresco, aunque a estas alturas, sólo sorprendente por su extensión y número.


LITTLE ITALY

Cruzada Chinatown, sin solución de continuidad llegamos a Little Italy, o sea, ‘pequeña Italia’. Este otro, y muy distinto barrio de los inmigrantes italianos, tiene también su origen en la última mitad del s. XIX, pero el mayor crecimiento se registra hacia 1924 con una intensa corriente de inmigración procedente de la Italia meridional, sobre todo de Nápoles y Sicilia, regiones entonces (y quizá aún) de las más atrasadas de Italia.
El barrio tenía sus límites en Canal Street. En la actualidad, la emigración italiana ha visto disminuida su presencia en este barrio, trasladándose a zonas más periféricas, lo que ha conllevado la expansión cada vez más acusada de Chinatown. Aquí, en Little Italy, todo es italiano. Destacan los negocios de hostelería, tiendas, hoteles, restaurantes y cafeterías principalmente, por lo que el ambiente es mucho más festivo y ruidoso. En este barrio se respira y huele un cierto aire mediterráneo y europeo y, aunque los italianos están perfectamente integrados en lo americano, ellos conservan ese estilo con ‘chispa’, abierto y dicharachero que les caracteriza.

A esta hora de la caída de la tarde todos los restaurantes y cafeterías tienen sus terrazas abarrotadas para la cena y los camareros, con sus uniformes impecables, van y vienen con sus bandejas en plena faena. Las fiestas más celebradas son a mediados de septiembre (San Genaro) y mitad de junio (San Antonio) durante las cuales hay procesiones con las imágenes de los santos por las principales calles del barrio que se cierran al tráfico y se llenan de casetas. Todavía podemos ver colgaduras de banderas, guirnaldas y farolillos que deben ser de las pasadas fiestas de San Antonio, el 13 de junio (hoy es 17).

Salimos en dirección norte por Broadway Av. hasta la West 4th Street y, a nuestra izquierda nos encontramos con 'Washington Park'. Esta plaza cuadrangular, se halla cerrada al tráfico y, además de contar con parterres y jardines está adornada por una fuente circular situada en el centro, y por el 'Washington Arch' en dirección a la Quinta Avenida. Este Arco de Triunfo es de mármol blanco al estilo de los neoclásicos europeos, con abundante decoración de frisos, estrellas y la letra 'W' en el centro. Tiene 23 m de altura y fue erigido en 1895 por Stanford White para conmemorar el centenario de la elección de George Washington como Presidente de los Estados Unidos. A la derecha del arco se halla la estatua en bronce de Giuseppe Garibaldi, patriota y ‘condottiero’, (capitán de mercenarios) que llegó a General, artífice de la unificación política de Italia, que se produjo durante el segundo y tercer cuartos del siglo diecinueve.

Visto este bonito parque, continuamos por la Quinta Avenida, hasta su cruce con la 23th Street. Aquí, mirando nosotros hacia el sur, vemos lo que parece la proa de un inmenso navío flotando entre Broadway y la Quinta Avenida, que es el 'Flatiron Building', edificio singular, tanto por sus proporciones y forma, como por su ubicación, justo en el vértice de una manzana que ‘enfila’ entre dos calles.
Este edificio fue terminado de construir en 1902, por lo que tiene más de 100 años. Su nombre real era edificio 'Fuller', por el fundador de la empresa que lo financió y construyó, George A. Fuller. Debido a su forma de plancha de la época, los neoyorquinos dieron en llamarlo The Flatiron (la plancha). Diseñado por el arquitecto de la ‘escuela de Chicago’ Daniel Burnham, en el estilo Beaux-Arts, es como una gran columna clásica griega, de caliza y terracota, dividida en tres alturas. Su esquina, redondeada, mide tan sólo 2 metros y las fachadas que aquí se juntan tienen un ángulo que no supera los 25 grados. Tiene 22 pisos y 87 m de altura.

Empieza a hacerse de noche, hace un poco fresco y nuestros pies empiezan a pedir clemencia después de este día tan bien aprovechado, así que lo mejor es tornar hacia el hotel con ánimo de descansar. Como hemos comido bastante bien, (en potencia calorífica, no en deleite de sabores), sólo pensamos en tomar algo ligero que cumplimos con café, refresco, donuts y algunos dulces. Tampoco salimos más por la noche y nos quedamos en el hotel planificando el día de mañana.

Así, termina el día 2º de nuestro viaje.


Día 3º: jueves 18-06-09

DE CENTRAL PARK (frustrado)
AL MUSEO DE HISTORIA NATURAL

Nos levantamos bien descansaditos y, como ayer yo me lanzo a la calle a fumarme mi primer cigarrillo, paseando y observando con cierta parsimonia la ‘fauna’ de la Calle 42 con el primer sol de la mañana, mientras mamá y Fernando se arreglan para bajar a desayunar.

Cuando vuelvo, ya estamos listos para echarnos todos a la calle con intención de recorrer Central Park. Bajamos por ‘nuestra’ Calle 42 y el cielo empieza a nublarse con amenaza inmediata de lluvia. Caen las primeras gotas, pero llevamos paraguas. La temperatura es buena y no nos amilana este comienzo de chaparrón de primavera. Sin embargo, Central Park está demasiado lejos para ir andando, mientras llueve, así que nos acercamos a 'Grand Central Terminal' para tomar el METRO.

Por error, (debemos de haber cogido una línea equivocada) salimos en Lexington Av. con la 54th Street que nos deja un poco alejados de Central Park. Cuando accedemos a la calle, cae la lluvia a cántaros. Al echar mano de chaquetas y paraguas, me percato de que voy sin mi bolso de ‘bandolera’, que me acompaña siempre, como place al buen ‘guiri’. Lo he olvidado, se me ha caído o me lo han ‘birlado’ en el METRO. Una pequeña desgracia, pues en él iba, entre otras cosas de menor importancia, (ni documentos ni dinero) la cámara fotográfica, compañera como es lógico inseparable y la novela de Flaubert 'Madame Bovary', que estoy leyendo en ratos muertos. Esto sí que es peor que el diluvio que está cayendo y que nos va a acompañar el resto del día. Cae agua como no se recuerda desde el Arca de Noé, así que estamos absolutamente desolados.

Bueno; no se puede hacer nada, así que seguimos bajo el 'monzón' hacia Central Park con la esperanza de que amaine el temporal y podamos pasear un poco. Como digo estamos aún alejados de nuestro objetivo, por lo que vamos calle arriba, calle abajo, un poco desorientados, dando tumbos mientras nos calamos hasta los huesos, pues ni siquiera los paraguas e impermeables han podido impedir que el agua se nos cuele por todas partes.

En éstas que, buscando una marquesina donde cobijarnos un poco, caemos ni más, ni menos que en "TIFFANY’S", la famosa joyería de ‘Desayuno con diamantes', aquella película de A. Hepburn y G. Peppard. En un primer momento nos guarecemos en el umbral. Pero al final, no sin cierta timidez, cerramos los paraguas y nos colamos dentro. Sintiéndonos un poco cohibidos, chorreando agua por todas partes, tememos que alguien nos va a llamar la atención debido a nuestro deplorable aspecto. Pero para nuestra sorpresa, se nos acerca una dependienta y con muchísima amabilidad nos ofrece pañuelitos de papel con los que secar nuestras caras y gafas empañadas por la lluvia y el vapor creado por la diferencia de temperatura en el interior. Naturalmente, aceptamos con toda la cortesía de que somos capaces y, repuestos del ‘susto’, nos quedamos un buen rato mirando las lujosas vitrinas con su exclusiva joyería dentro, en una situación ya ‘algo normalizada’ y como unos clientes más.

Nunca sabremos si la amabilidad de esta señorita era ‘per se’ o inducida como mera estrategia comercial, pensando quizá en la posibilidad de que nos dejáramos unos miles de dólares. Ya nos hubiera gustado, ya. Lástima pero, francamente ‘no estaba la Magdalena para tafetanes’. Al cabo de un rato, pareciendo que la lluvia empezaba a aflojar, abandonamos el lugar con discreción y ligeramente reconfortados. Pero ya no está la mañana para andar por el Parque, así que hay que buscar otra alternativa. Rodeamos la esquina de Central Park y, menos mal, ahí está el 'Museum of Natural History'. Ideal. No perderemos del todo la mañana.

A la puerta de este edificio hay una estatua en bronce de Teodore Roosevelt a caballo flanqueado por dos colonos de la época, uno indio y otro blanco. Pasamos al interior y en el inmenso hall nos recibe el esqueleto de un enorme dinosaurio de 20 m de largo. Sacamos los tickets. Es bastante caro 15$ Fernando y 11 $ cada uno de los ‘mayores’. Es lo que hay.

El museo es magnífico y a pesar de nuestro ánimo, que está por los suelos, lo recorremos todo con cierta calma y así pasamos más de tres horas. Ya un poco cansados y con el cuerpo lleno de humedad, pasamos a la cafetería para reponernos un poco. Comemos pollo, patatas fritas (que no falten) y tomamos un buen café a la italiana.

Hacia las cuatro o cuatro y media de la tarde abandonamos este lugar y tomamos el METRO en la esquina misma del museo, para volver al hotel. Cuando llegamos, tenemos que pedir un calentador para secar nuestras ropas. Nos ponemos otras secas y nos quedamos en la habitación. Fernando preparando el viaje de mañana para Minnesota, sobre todo el alquiler del coche en el aeropuerto de Minneápolis para cuando lleguemos allí. Hacia las siete o siete y media decidimos salir a cenar.

La comida no ha sido muy copiosa, por lo que habrá que cenar en condiciones. Salimos hacia el oeste hasta la 9ª Avenida y luego por ésta hacia el norte. En esta zona (detrás de Broadway) hay gran variedad de buenos restaurantes de todo tipo y precio. Nos metemos en uno con buena pinta de estilo francés. Se llama 'BRASSERIE ATTHENEE'. Pedimos brocheta de langostino, Steak (filetón a la parrilla) con patatas, chuletas de cordero a la brasa y ensalada de la casa. Todo por 90 $ los tres.

Cuando salimos, la noche ha templado y nos damos un paseo por los alrededores para hacer la digestión. Después, al hotel a descansar, y mañana será otro día.

Y así termina el día 3º de nuestro viaje.
(continuará...)

Documentos adjuntos a esta publicación
Diario USA 3ª Entrega: ONU, Brooklyn y Wall StreetBajamos por la Calle 42 (Al fondo a la izquierda el Empire State Building)Esquina de la entrada a GRAND CENTRAL TERMINALPaseando por LITTLE ITALYPosado de `Latin Lover` en LITTLE ITALYOtra panorámica de LITTLE ITALYWashington Arch. (Al fondo la Quinta Avenida)Museo de Historia NaturalEl Flatiron a principios del siglo XX
 
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