El puente de Brooklyn con el Empire State Building al fondo
 

En la ONU, Brooklyn y Wall Street

Día 2º: miércoles 17-06-09

En la orilla de East River

Son las ocho de la mañana y despertamos después de haber dormido muy bien, como yo digo, ‘con la conciencia tranquila’, así que estamos listos para empezar un nuevo día, que se presenta soleado. Yo soy el que primero me ‘avío’ para bajar a la calle, tomarme mi café y fumarme mis cigarritos, pues en el hotel no está permitido. Un solo día y ya empiezo a acostumbrarme a esta restricción nicotínica que me imponen los americanos.
Mientras los demás se preparan, yo me lanzo descaradamente a la calle, casi como si estuviera por mi barrio de Madrid. Busco donde tomar café que es lo que me pide el cuerpo. Veo cafés en la acera de enfrente y cruzo. Pero no me satisface su aspecto. Demasiado americanos para mi gusto; MacDonals, Burgers, Star Bucks..., etc. Yo soy así.
Sigo buscando algo distinto. Continúo por la misma acera hasta dos avenidas más abajo. En la 9ª Av. doblo a la derecha y veo un rótulo que dice EURO-PAN. Este nombre me algo distinto, menos ‘americano’ y por lo que veo a través del escaparate es efectivamente distinto. Hay profusión de bollería al estilo europeo, así que este es mi sitio.

Paso directo a la barra. Me atiende muy amablemente una joven negra. Inmediatamente digo que yo no 'spoken inglish, sí español'. Me entiende perfectamente porque, como yo había sospechado, es latinoamericana. Pido café con leche al estilo italiano y me recomienda una especie de ‘sobao’ para mojar . Me lo tomo con tranquilidad. Pago 2,85 $. Cuando termino, orgulloso de mi hallazgo, vuelvo a la calle camino del hotel fumándome mi cigarrito.

La madre y el 'niño' ya están listos para el desayuno en el hotel, pues la habitación incluye dos desayunos. Fernando se empeña en que seamos la madre y yo los beneficiarios, así que nos lleva al comedor y nos deja sentados mientras él se va a la calle a su aire.

En la mesa están puestos los cubiertos y una jarra de café y otra con agua. Hay un buffet muy apañado. No es muy grande pero sí selectamente surtido, desde la mejor bollería, hasta huevos con bacon, frutos secos y gran variedad de frutas frescas ya peladas y troceadas, zumos, té, leche... En fin para darse un ‘homenaje’ en condiciones. También nos atiende una persona en español, ya que nosotros no ‘spoken inglish’.


Desayunamos opíparamente como es lógico. Dejamos la propina, que es preceptiva en todo lo que son servicios de hostelería. La costumbre es dejar entre el diez y el quince por ciento del importe de la consumición. Dada la clase del hotel, yo calculo unos 18 o 20 $ por desayuno, así que dejo seis dólares sobre la mesa, que irán a las personas que nos han atendido.

Cuando estamos levantándonos de la mesa vuelve Fernando de la calle, así que nos vamos a hacer turismo para todo el día. Salimos por nuestra calle en dirección este, camino de la ONU. Cruzamos la Séptima Avenida y después la Sexta. Aquí, en la misma esquina hay un bonito parque que nos llama la atención y nos internamos en él. Se llama Bryant Park y es como un jardín a la francesa. Tiene forma rectangular y ocupa unas 3,9 hectáreas. Está en el lado posterior de la Biblioteca Pública de Nueva York y rodeado de rascacielos. Su nombre se puso en homenaje al poeta y periodista William Cullen Bryant.

Sin ser grande, es un magnífico y vistoso jardín con césped, árboles y muchas y muy cuidadas flores. También hay espacios con sillas y mesas de libre disposición para sentarse, donde podemos ver personas que leen, desayunan o simplemente se solazan contemplando la naturaleza que les rodea. Hay otro espacio donde se celebran eventos, como pasarelas de moda, conciertos... y en el comienzo del invierno, una pista de hielo para patinaje.

En el extremo oriental, como en un templete con columnas catedralicias se levanta una bonita estatua del periodista y poeta Bryant. En el extremo opuesto, una magnífica fuente de mármol rosa. En todo el perímetro hay un paseo asfaltado con suntuosos bancos de hierro y madera dedicados a personalidades de las letras de la ciudad de Nueva York, perfectamente limpios, tanto que un empleado público se encuentra sacando brillo a cada placa dorada que lleva el nombre al que está dedicado el banco. Nos llama mucho la atención este detalle y nos da envidia ver este respeto de los neoyorquinos hacia la ciudad y sus personalidades.

Admirándolo todo, se nos han hecho las diez de la mañana. Hace calor de bochorno y caen algunas gotas de lluvia que a penas duran unos minutos tras de los cuales enseguida vuelve con fuerza el sol. Tenemos que continuar y salimos de nuevo a la Calle 42 por la que continuamos en dirección sureste. Bajando por esta calle pasamos junto al mastodóntico edificio Chrysler, en el otro lado de la acera. Tan alto que desde la nuestra no alcanzamos a ver su cúpula. Ignoramos el motivo, pero hoy está cerrado a las visitas, así que hacemos la foto y continuamos nuestro camino.

Una característica común de los grandes edificios y monumentos aquí en América no es sólo su tamaño (siempre enorme), es que además han utilizado en su construcción materiales nobles de verdad, sobre todo los mármoles de cualquier color. Una prueba de ello es que algunos, con siglo y medio a sus espaldas siguen siendo edificios modelo y están en perfectas condiciones. Otra cosa curiosa de las ciudades americanas son las bocas de riego o contraincendios, que aquí en los edificios importantes están adosadas al propio edificio y constituye además otro elemento decorativo del mismo, y está cuidado con esmero tal como se ve en la foto.

Seguimos. Un poco más abajo y a nuestra izquierda, en una esquina, está la entrada a GRAND CENTRAL TERMINAL, una de las más importantes estaciones de ferrocarril de la ciudad de Nueva York. No podemos entretenernos más y pasamos de largo, casi por la puerta, pensando en visitarla en otra ocasión, porque merecerá la pena.

Al final de la Calle 42, a la izquierda está el complejo que conforma el cuartel general de las Naciones Unidas, que es lo que nos proponemos visitar. Lo primero que se ve es su edificio principal, ese paralelepípedo con la fachada de cristal.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es la mayor organización internacional que existe. Se define como una asociación de gobiernos, que facilita la cooperación en asuntos como el Derecho, la Paz y la Seguridad internacionales, el desarrollo Económico y los Derechos Humanos. Para el mantenimiento de la paz entre sus estados miembros, que entren en conflicto armado, dispone de las Fuerzas de Interposición formadas por los llamados Cascos Azules, que continuamente se desplazan a estos lugares a cumplir su función de evitar el choque armado, y que no siempre se libran de las agresiones por parte de alguno de los contendientes del conflicto, (especialmente en los lugares de subdesarrollo), y que estas fuerzas por la paz también tienen su lista de bajas en algunos de estos conflictos.

Fue fundada el 24 de octubre de 1945, a la terminación de la II Guerra Mundial, por los primeros 56 países que firmaron la llamada Carta de las Naciones Unidas. En la actualidad la ONU comprende 192 estados miembros, prácticamente la totalidad de los países reconocidos internacionalmente, y otros que de forma excepcional hacen un papel de Observadores Internacionales, como la Santa Sede y la República china de Taiwan. Su sede europea y segunda en importancia se encuentra en Ginebra, Suiza. Su Secretario General es Ban Ki-Moon, de Corea del Sur, que sustituyó a Kofi Annan en enero de 2007. Los idiomas oficiales de la ONU son seis: árabe, chino mandarín, español, francés, inglés y ruso.

La ONU fue el organismo que reemplazó a la Sociedad de Naciones creada en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, porque la Sociedad de Naciones había fallado en su propósito de evitar otro conflicto bélico internacional. (Por lo que hemos comprobado después, tampoco la ONU fué capaz de evitarlo, (II GUERRA MUNDIAL), pues una cosa son los buenos propósitos plasmados solemnemente sobre un papel y otra muy distinta la realidad del comportamiento humano.

Todos los estados de la Unión Europea forman parte de la ONU. Pero la UE, como tal, no forma parte de la ONU.

Aunque el terreno sobre el que se encuentra la sede principal está en Nueva York, la sede goza de extraterritorialidad, como si fuera una embajada, de forma que tiene sus propias Fuerzas de Seguridad, Brigadas anti-incendios e incluso su propia emisión de sellos. Pero no otorga inmunidad a criminales que pretendan refugio o asilo político.

Bueno, después de esta digresión informativa, pasamos a comentar nuestra propia visita al lugar, que es lo que debe ocuparnos.

Llegamos a la entrada de visitas, pasamos los controles de rigor y nos encontramos en una muy espaciosa galería con su mostrador donde se atiende a la gente y se despachan los tickets para las visitas guiadas. Son más o menos las 11 de la mañana y el próximo grupo tiene pase a las 12 horas, así que nos disponemos a sacar los tickets. Son a 12 $, pero los ‘mayores’ sólo pagamos 8 $. Total 28 del ‘ala’.

Como nos queda casi una hora de espera aprovechamos para ver este gran hall. En él vemos una galería de retratos de todos los que han sido Secretarios Generales desde su fundación hasta la fecha. También hay fotos y murales sobre la actividad de las ONGs que trabajan para la ONU. De las misiones de las Fuerzas de Paz, o sea, de los Cascos Azules, en diversas partes del mundo. Incluso una bandera de éstos agujereada por proyectiles y hasta una lista de ‘caídos’ en acción, de diversos países, con sus nombres y apellidos.

A la derecha de la entrada hay una escalera semicircular que conduce a una planta inferior donde se alberga la tienda y también la librería. En ésta, naturalmente está todo lo editado por la ONU, desde la más humilde pegatina hasta los más sesudos análisis y tratados políticos. Lo curioseamos todo y compramos algunas cosas como recuerdo.

Volvemos arriba y ya se está formando el grupo que va a empezar la visita. Se presenta la azafata-guía y nos coloca la tarjeta de control. Nos conduce a un ascensor que nos sube a otra planta y comienza la visita. Salimos del ascensor y recorremos varios amplios pasillos decorados con murales, slogans, fotos y documentos sobre las actividades por la paz, contra el hambre y por los derechos humanos. Luego recalamos en una sala en la que se recrea un escenario de guerra.

Este lugar es muy impactante. Aquí vemos las condiciones por las que se puede pasar en condiciones de guerra. El ingenio y la inventiva para sobrevivir sorteando la carencia de recursos. Los daños de las minas antipersonas. Cómo suplir las prótesis en las mutilaciones, con medios absolutamente ínfimos. Camuflaje de armas como artilugios domésticos y un sinfín de armas y proyectiles. Todo muy desasosegante.

Con un poco de alivio dejamos esta sala y continuamos por otras dependencias. Pasamos a otra sala donde hay una serie de objetos muy refinados que son regalos de distintos mandatarios, especialmente de países orientales, hechos con motivo de alguna visita, o por ayuda recibida de la ONU.

Por fin nos conducen a lo que casi todos los visitantes tienen más ganas de ver. La sala de sesiones de la Asamblea General, que es la que todo el mundo conoce a través del cine y la televisión. Pasamos a dentro por el foro central del anfiteatro, frente a la tarima de oradores.
La primera impresión, aparte de sus grandes dimensiones, es un poco decepcionante. Lugar muy sobrio, sin la más mínima concesión al lujo o la frivolidad. Casi, casi, un poco pobre. Por añadidura, todo se ha ido haciendo viejo y vetusto con el paso del tiempo.

Seguramente todo funciona a la perfección; palcos de prensa, cabinas de traducción, pupitres para los representantes y delegaciones internacionales equipados con todo lo necesario... Pero el lugar en conjunto resulta casi ordinario, si pensamos que en ese lugar asientan su culo los representantes, o los mandatarios de todos los países del mundo civilizado. Es comentario general de los visitantes que, acostumbrados como estamos a ver el derroche en palacios, instituciones y lugares de reunión de esta gente en cualquier lugar del mundo, esto parece bastante rústico.

Bueno, lo vemos, nos hacemos la foto y continuamos la visita. En otra planta, en el fondo de una sala, vemos un gran y magnifico mural de azulejos o teselas que representa la necesaria y benéfica convivencia de todas las religiones, no sólo las monoteístas y cristianas. Está admirablemente realizado y con un colorido impresionante. Gusta a todo el mundo. Vemos más cosas interesantes que resultaría prolijo enumerar. Nos quedamos con lo más importante y salimos. Tornamos por el camino que nos condujo hasta aquí, Calle 42 arriba, hasta llegar a GRAND CENTRAL TERMINAL para tomar el METRO que nos lleve a Brooklyn que es nuestro próximo objetivo, y pasamos a la estación para ver su vestíbulo principal, que merece la pena.

Este suntuoso vestíbulo mide 114m de largo por 36m de ancho y 40m de alto. En un extremo se hallan tres ventanales de acero y cristal rematados por arcos de medio punto, de 29m de alto. El techo es abovedado, con 59 estrellas eléctricas que representan las Constelaciones del Zodíaco, inspirado en un manuscrito medieval. El suelo y las paredes son de mármol de Tennessee. Encima del kiosco central un reloj de brillante latón, de cuatro caras, permite visualizar sus esferas desde cualquier punto del vestíbulo y unas imponentes lámparas de cristal, oro y níquel componen este conjunto majestuoso en el mejor estilo Beaux-Arts neoyorquino, obra del arquitecto Whitney Warren.

A la derecha, en la parte superior del vestíbulo está el Grand Central Market, un refinado mercado de alimentos frescos con lo mejor de cada parte del mundo en sus expositores. Desde las más exóticas frutas, hasta los pescados, carnes, quesos, embutidos, vinos y aceites de la mejor calidad. Recorrer cada puesto es toda una delicia para la vista, así que eso es lo que hacemos.

Después de visto todo, tomamos un café en el kiosco central y nos adentramos en el METRO, algunas de cuyas líneas son terminales o pasan por aquí. Del METRO poco hay que decir. Es la primera vez que lo vemos y no tiene mejor pinta que la que nos imaginábamos. En comparación con la magnificencia de tantos y tantos edificios y monumentos visitados, el metro parece (por lo menos en esta estación) muy poco ‘glamuroso’ y algo anticuado. Para los que usamos cada día el METRO de Madrid, por ejemplo, estos andenes resultan un poco deprimentes. Oscuros, de techos bajos y rodeados por todas partes de postes y columnas de hierro con remaches, a la usanza de las antiguas construcciones. Todo muy vetusto y lo mismo el interior de los vagones de los trenes, de acero sin pintar, aunque esto no quiere decir que esté sucio. A pesar de este poco agradable aspecto visual, funciona muy bien, rápido y de manera muy eficiente. Es además imprescindible para la ciudad, por supuesto. Tomamos la línea 4, señalada de color verde y después de diez estaciones salimos en Brooklyn Bridge, casi a la entrada del puente del mismo nombre que aparece delante de nuestras mismas narices. Es más o menos mediodía cuando nos disponemos a cruzarlo andando.

BROOKLYN

El puente de Brooklyn fue el primer puente colgante de acero del mundo. Tiene una longitud de 1.825 metros y una anchura de 26m, y su vano central está a 40m por encima del agua sobre el East River, entre el barrio de Brooklyn y Manhattan. Esta admirable obra de ingeniería decimonónica se tardó en construir 16 años.

Cuando se inauguró en 1833, el público se quedó maravillado por la luz de inspiración neogótica de los arcos ojivales gemelos de cada una de las dos torres de piedra, que se elevan 84 metros del río, desde lo alto de las cuales parten los tirantes de acero que sujetan los cables de suspensión del puente. Cada uno de los cuatro tirantes principales tiene un diámetro de 40 cm y está compuesto por 5.400 hilos de alambre de acero.

Las torres están construidas con piedra caliza y cemento. Se emplearon 13 años en su construcción. Actualmente el puente dispone de seis carriles (tres en cada sentido) para vehículos, excepto autobuses y camiones, y una pasarela central independiente, en un nivel superior para los peatones, que es por donde vamos nosotros.

Vamos cruzando el puente hasta entrar en el barrio de Brooklyn y como ya va siendo hora de comer, debemos buscar dónde. Una vez cruzado el puente, salimos a la izquierda por Front Street, paralela al río, hasta Main Street, donde doblamos a la izquierda y cuesta abajo, dos calles más allá en la esquina con Plymouth Street, vemos un restaurante que se llama BUBBY’S BROOKLYN y allá vamos, donde entramos y nos acomodamos. Viene el camarero y pedimos. Mamá, como siempre, ensalada de la casa; Fernando me anima y los dos pedimos hamburguesa.

Es un local muy amplio y luminoso, pues toda su cara norte da al río, es acristalada y nos deja ver el exterior. A nuestra derecha hay un señor y unas señoras con dos niños que deben ser hijos de Atila o por lo menos de la casta de los Hunos, pues no paran de saltar, dar golpes, tirar cosas por los suelos y gritar como si estuvieran en su guardería particular. ¡Vaya tropa! Y qué padres, o tíos, o abuelos, o lo que sean.

Traen la comida y nos ponemos a la faena. Es la primera vez en mi vida (por increíble que parezca) que voy a tomar hamburguesa. Esta es enorme. No está mal; un poco apelmazada. Yo me la imaginaba algo más esponjosa, pero de sabor está bastante buena. No sé si seré capaz de terminarla.

Mientras comemos, con tranquilidad, aparece por la puerta un grupo alegre y ruidoso de damas, que debe de venir de celebrar alguna boda, o algo parecido, por el ‘maqueo’, el peinado, los rumbosos trajes que visten y los altos zapatos de tacón que se gastan. Algunas son negras o mulatas. Vienen con ellas unos ‘pollos’ y toman champán mientras se divierten a lo grande. Las otras señoras con los niños de Atila, por fin se van. ¡Loado sea Dios!

Fuera, frente a nosotros, en un pequeño parque a la orilla del río, hay una pareja de recién casados haciéndose fotos. Son chinos y andan muy ruidosos y festivos con quienes les hacen el reportaje, también chinos, por supuesto. Luego aparece otro equipo y una damisela parece hacerse un foto-look, pues no para de hacer posturitas y acicalarse mientras la retratan. Muy pintoresco todo.

Bueno, ya hemos terminado la comida y estamos con el café. Lo tomamos sin prisas. Son las cuatro menos cuarto de la tarde (típica hora de acabar la comida los españoles). Pedimos la cuenta, pagamos 40$ incluida la propina y salimos a ‘patear’ un poco por la orilla del río entre los puentes Brooklin y Manhattan. ¡Qué pena de siesta!, pero aquí no hay. Mientras paseamos, me doy cuenta de que, con tanta distracción como hemos tenido durante la comida, me he dejado olvidado mi bolígrafo encima de la mesa. Un buen disgusto, porque era de calidad y además regalo de nuestra niña Ana. En fin, como dice el refrán, más se perdió en Cuba.

DE BROOKLYN A WALL STREET

Vamos hacia el sur, hasta Water Street donde doblamos a la derecha y más adelante por Old Street salimos de nuevo a la orilla del río donde hay un parquecito en el que juegan algunos niños con sus mamás. En la barandilla que bordea el río hay miradores telescópicos para ver el horizonte de edificios que recortan lo que se llama La Gran Manzana o sea, la isla de Manhattann. Aquí, a la orilla del agua corre una ligera brisa. A nuestra izquierda tenemos el otro gran puente casi paralelo. Es el Manhattan Bridge. Como se aprecia en la foto, este es como más estilizado y esbelto. Todo él es de acero y pintado de un verde oscuro. Nos hacemos las consabidas fotos antes de abandonar este lugar en busca del METRO que nos devuelva a la isla de Manhattan.

Llegamos a Cadman Plaza donde tomamos el METRO High Station Brooklyn que nos lleva a Battery Park, en el sur de la isla. Este parque de 8,5 hectáreas está situado en la misma orilla del río. Una de las primeras cosas que vemos es el Grand Globe, una esfera de bronce del artista Fritz Koening, que pesa 22 toneladas y que antes estaba ubicada entre las dos torres gemelas del World Trade Center que fueron abatidas en los atentados del 11-S. Deteriorada, pudo ser recuperada y colocada temporalmente aquí en homenaje a las víctimas.

En el centro del parque se halla el ahora llamado Castle Clinton, que fue la puerta de entrada y acogida de los inmigrantes desde 1855 a 1889. Por aquí pasaron más de 8 millones de personas, pues era el centro de tramitación de entrada a los Estados Unidos de América. En 1890 el centro se trasladó a Ellis Island.

A la izquierda se halla el monumento ‘Homenaje a los Marinos Mercantes Americanos’, dedicada a todos los marinos mercantes que lucharon en las filas estadounidenses desde la Guerra de la Independencia americana. Este monumento, de la escultora Marisol Escobar consiste en la figura de un barco mercante a tamaño natural naufragando, con sus marineros luchando por salvar la vida. El barco está literalmente escorado y hundiéndose en el agua y algunos hombres estiran sus brazos en demanda de ayuda hacia otros que desde la borda tratan de auxiliarlos. Representa de forma muy realista la desesperación de los que se hunden, y resulta estremecedor.

Mirando hacia el puerto, y con el océano Atlántico como fondo se ve, a lo lejos, la estatua de La Libertad. Aquí se halla también la terminal marítima del ‘ferry’ que lleva a Staten Island donde está ubicada.
Tenemos que hacer un inciso y decir que nuestro recorrido no obedece a ningún patrón turístico marcado al uso y que en esta ocasión no visitamos la estatua de La Libertad, pues son enormes las colas para acceder, más el viaje de ida y vuelta en el ‘ferry’. Nos haría perder al menos medio día. Se necesita demasiado tiempo y nosotros queremos ver otras cosas que no estén en las rutas turísticas ‘obligadas’. Para algo vamos por libre. Si hay una nueva ocasión, emplearemos el tiempo que haga falta y la visitaremos, pues también es importante y una de las caras de América.

Bien; dejamos Battery Park saliendo en dirección norte por State Street hasta su confluencia con Broadway. Formando cuña, entre estas dos calles se encuentra el parquecito Bowling Green, en cuya punta superior está situado el ‘Charning Bull’ o Toro de Carga. Esta escultura en bronce de Arturo Di Modica, pesa 3.200 kilos y representa un toro, símbolo de la fuerza, el empuje, el optimismo y la prosperidad financiera. Se presenta flexionado sobre sus patas delanteras, con la cabeza ligeramente agachada y en ademán de embestir.

Es una de las estatuas más fotografiadas por los turistas y se ha convertido, de forma no oficial, en el símbolo de Distrito Financiero. El artista la ubicó un 15 de diciembre de 1989, en un acto de ‘guerrilla’’ frente al edificio de la Bolsa, como regalo de Navidad para los ciudadanos de la Gran Manzana, pero los neoyorquinos protestaron fuertemente hasta conseguir que el Ayuntamiento la trasladara a Bowling Green, donde se encuentra en la actualidad.

Salimos de Bowling Green por Broadway en dirección a Wall Street. Doblamos por ésta a la derecha y en el número 26 nos encontramos con el FEDERAL HALL NATIONAL MEMORIAL. Este edificio fue el primer Capitolio de los Estados Unidos de América y el lugar donde se reunió el 4 de abril de 1789 el Congreso de la Nación, y tomó posesión George Washington como primer Presidente.

El edificio original fue destruido en 1790 y sustituido por el actual, que data de 1842. Es un edificio de estilo Greek Revival, con espectaculares columnas dóricas en su fachada. En la base de la escalinata está instalada la imponente estatua de George Washington, realizada por Quincy Adams, en conmemoración del aniversario del juramento de Washington como Presidente.

Mirando desde la escalinata a los pies de la estatua de Washington, y a unos cien pasos se encuentra el edificio de la Bolsa de Nueva York. La Bolsa de Nueva York es el mayor mercado de valores del mundo. Cuenta con un volumen anual de 21 billones de dólares. La fachada de este edificio, tan conocido a través sobre todo de la televisión, pasa desapercibida para el turista, por el lugar en que está, que no es una gran avenida, si no se va ahí expresamente.
(continuará...)

Documentos adjuntos a esta publicación
Sentados en Bryant Park la tita y su hijo FernandoEl mastodóntico edificio ChryslerDelante de una boca de riegoEdificio principal de la ONUSala de sesiones de la Asamblea General de la ONULa tita en el puenteCruzando el puenteCharging Bull o Toro de carga en Wall StreetGeorge Washington ante el FEDERAL HALLFachada de la Bolsa
 
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