El vuelo a New York

Día 1º: martes 16-06-09

New York, New York

Suena el despertador: ¡Por fin! Ha llegado el día del gran viaje, tan esperado en el último trimestre. (Fue regalo de Reyes pero se pospuso para tener mejor tiempo). Son las ocho de la mañana y hay que levantarse. Nunca con tan buena gana. Cerramos maletas, que ya estaban hechas y salimos a la búsqueda de taxi que nos lleve al aeropuerto. Son las 9,30 de la mañana.

No tarda mucho en aparecer uno. Hoy, para el común de los mortales es un martes cualquiera y por lo tanto no hay nada especial que pueda alterar nuestra puntualidad.
-¡Al aeropuerto de Barajas, T1, puerta 1!
Ahí hemos quedado con Fernando, que llegará directo desde su apartamento en la calle de Jorge.Juan.

El día comienza algo nublado, aunque con una temperatura agradable, de primavera, casi de verano. Camino del aeropuerto comienzan a caer algunas gotas pero llegamos bien. Esperamos a que llegue el niño en el lugar acordado mientras yo me fumo mi cigarrito. Siguen cayendo algunas gotas.

Ahí está. Son más o menos las diez de la mañana. Vamos al mostrador de facturación de Continental Airlines a soltar el equipaje. Hay una larga cola. En vista de ello, pasamos al mostrador de al lado que sólo es para la gente guapa. Fernando saca su llave maestra, o sea BUSSINES CLUB CARD, y al instante se realiza la facturación. Como unos señores. Da gusto viajar así.

Recogemos las tarjetas de embarque y con el equipaje de mano, nos vamos a desayunar con tranquilidad en una salita que hay para fumadores, mientras se hace la hora del embarque. Desayunamos mientras yo me fumo los últimos cigarros de la mañana.

Pasamos el control y accedemos a nuestra sala de espera. Yo la llamo la sala de los 'gatos' por lo de GATES, o sea, PUERTAS de embarque. Son como las once menos cuarto de la mañana. Nuestro embarque es a las doce menos cuarto, así que matamos el tiempo recorriendo las tiendas. Embarcamos con bastante puntualidad por la GATE 11. El avión es grande y relativamente cómodo. Siete asientos por fila (2-3-2). Nos acomodamos en los tres del centro con un pasillo a cada orilla.

Treinta minutos después, rueda hacia la pista. Hay unos 15 minutos de espera en la cabecera. Por fin salimos “zumbando” hacia las alturas. Poco después, alcanza la altura y velocidad de crucero hacia las 13 horas. Todo va bien. Lectura de prensa. Alrededor de las 13,30 sirven la comida. Según mis gustos particulares, infame, como todas las que sirven en los transportes, sea por tierra, mar o aire. Un trozo de pechuga de pollo sobre una cama de “macarroni”. Los consabidos zumos, cola y caféggggrrr. Bueno, es lo que hay. Comemos y retiran la bandeja. Es la hora del sopor post-comida, así que cada cual se arrellana en su asiento para una “cabezadita” al estilo español. Quedan unas siete horas más de viaje y tiempo habrá para el aburrimiento.

Pero yo pronto me despabilo. En el respaldo de cada asiento hay un pequeño monitor de televisión. Intento buscar una 'peli' en castellano. Inútil. Todo va en inglés. Así que lo más divertido parece ser el GPS que lleva incorporado, por lo que me meto en él. Observo a su través que estamos dejando el territorio peninsular por Finisterre y empezamos a entrar en el Atlántico rumbo Oeste sobre las 14 horas. Los datos nos dicen que volamos 800 km por hora, una altura de 40.000 pies y con una temperatura exterior de -60 grados (deben ser Fahrenheit). Sí, unos 20 grados centígrados bajo cero. En el interior hay unos 22 grados. A esta altura luce un sol radiante. Desde mi asiento sólo alcanzo a ver un extremo del ala del avión. Todo va como la seda. Como si estuviéramos suspendidos en el espacio.


Continuará...

Documentos adjuntos a esta publicación
Plaza de España de MadridLos titos en el edificio de las Naciones Unidas
 
Copyright VEREDAS CORDOBESAS
Psje. Jose Manuel Rodriguez Lopez 6 | 14005 Córdoba · España
info@veredascordobesas.com
Diseña y desarrolla
Xperimenta eConsulting