El perfume (1985)

Patrick Süskind

El perfume de Patrick Süskind

El término best seller viene siendo utilizado por las editoriales, con carácter general, como mero dispositivo comercial, imprimiéndose el correspondiente sello en la portada con el único interés de captar la atención del consumidor, sin concurrencia de previa existencia de grandes ventas ni notoriedad que justifique la mención, no siendo excepcional que figure desde la primera publicación. Pura técnica de mercado, justificativa de la animadversión de muchos a este tipo de libros, al identificar el malhadado sello con un nulo valor literario y artístico de la obra que lo incorpora.

Desdeñando la acepción puramente comercial, y partiendo de la base de que el libro que nos ocupa ha sido traducido a más de cuarenta idiomas; llevado a la gran pantalla; y goza de éxito internacional, ha de admitirse que encaja perfectamente en la definición que de aquél término se establece en el diccionario de la real academia de la lengua española (“libro…de gran éxito y mucha venta”). No obstante, yendo más allá, pues soy plenamente consciente que la mera estampación de la marca conlleva para algunos puesta en cuarentena, he de indicar que en el presente caso la fama y reconocimiento mundial no es sino consecuencia de su gran calidad, siendo de tal entidad su sutileza que incluso su extensión parece concebida para avalar el refranero, al presentarse la obra “en frasco pequeño”, poco más de doscientas prolijas páginas.

Entrando en materia.

Seguramente más de uno habréis sentido en numerosas ocasiones la imperiosa necesidad de pasar desapercibidos e inadvertidos del resto, y tal vez otros os encontréis hastiados de vivir en sociedad, predominando razonamientos individualistas en los que reinan mecanismos de cripsis como defensa frente a lo externo.

Ninguno de los anteriores planteamientos se los tuvo que llegar a efectuar Jean Baptiste Grenouille, pues precisamente el ser despreciado y despreciable desde su alumbramiento conllevó en él una necesidad desbocada de aprobación y reconocimiento por los demás, lo que motivó la constante búsqueda del instrumento que pudiera coadyuvar al anhelado contacto humano, vedado por su naturaleza grotesca, deforme y repulsiva. Poesía sobre la exclusión social, finalmente vencida con una literalidad ciertamente aplastante en el último capítulo del libro.

A la anterior conclusión me lleva la búsqueda del raro perfume con la intención de subyugar la voluntad de quien lo huele, y, desde luego, la final entrega de cuerpo y alma, si es que ésta última la poseía. Mas si surgieran dudas al respecto, y se plantearan interpretaciones diferentes sobre lo que subyace, no vaciléis en afirmar que ello es consecuencia de la excelsitud de la obra, pues a ello invita el texto, cuyas aromáticas descripciones potencian magistralmente uno de los sentidos que suelen pasar más inadvertidos en la lectura, el del olfato.

Tras terminar la novela no poco he meditado sobre las sensaciones que me ha producido. Al final he deducido que no cabe pretensión unívoca al respecto, pues imperan impresiones frontalmente encontradas. Tal vez eso sea inherente a la obra, y prueba de ello es que así ocurre con su protagonista principal, que por tiempos me parecía lastimero y por otros, de tracto más continuo, repulsivo. Por ser honesto en la cuestión, y si un titular pudiese acotar el sentimiento imperante, quizás el más adecuado sería la ausencia de indiferencia, conclusión que ciertamente produce sorpresa y engrandece aún más la novela, pues precisamente la antítesis de tal afirmación constituye la impronta de Jean Baptiste, ser absolutamente indiferente y desafecto.

De lectura obligada por tanto.

Puedo aseguraros que a ninguno os dejará indiferente ni impasible.

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