Nos despedimos de Alex, el atlético peregrino vasco, con una foto de los tres a las puertas del albergue de Pereje, él continuaría su jornada todavía más allá pues era aún demasiado temprano, el reloj marcaba apenas las once y cuarto de la mañana y nosotros ya estábamos en nuestro punto de destino, con 35 kms encima.
Nuestra sórdida aldeílla, pedanía del vecino pueblo de Trabadelo, son un puñado de casas a lo largo de una corta calle con su iglesia detrás. Un pueblecito recóndito de León que se encuentra el viajero, el peregrino, a un lado del camino, rodeado por una tupida vegetación y extensos prados. Pereje es el último pueblo que hallarán siguiendo el valle que atraviesa la carretera Nacional VI antes de llegar a Galicia, que nació para la hospitalidad de los peregrinos que se dirigían a O Cebreiro y quedaban retenidos en invierno por las nieves del paso de Piedrafita.